CELEBRARÉ MÍ MUERTE

El 28 de marzo del 2005 la vida del cirujano Marcos Hourmann cambió por siempre jamás. De madrugada, una paciente de más de 80 años llegó al servicio de urgencias del hospital donde trabajaba. Sometida a un gran sufrimiento físico, el pronóstico solo le hacía unas horas de esperanza de vida. La paciente y su hija le pidieron que acabara definitivamente con el sufrimiento. Marcos, saltar todo el protocolo médico, le inyectó 50 mg de cloruro de potasio a la vena. Murió en el ninguno de pocos minutos. Y Hourmann hizo una cosa que nunca había hecho nadie en este país: dejó escrito al informe el que había pasado. Pocos meses después, Marcos recibió una notificación del juzgado: estaba acusado de homicidio. La familia no lo denunció nunca, pero sí el hospital. Por aquella decisión podía pasar hasta diez años en la prisión.Ahora el público emitirá el veredicto.La obra alterna la narración de los hechos por los cuales el Dr. Hourmann fue condenado con episodios de su propia vida en su Argentina natal. Su experiencia vital pudo influir en la decisión de practicar la eutanasia a una paciente?

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